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'De espaldas al kiosko. Guía histórica de fanzines y otros papelujos de alcantarilla', Kike Babas y Kike Turrón (El Europeo & La Tripulación, 1995)

Este 'De espaldas al kiosko' pretende dejar constancia de la verdadera magnitud de la escena fanzinerosa estatal, urgando en los distintos periódicos históricos de la impresión ilegal del país. Dividiendo el trabajo en dos partes complementarias, historia y sumario, el libro arranca de las generalidades definitorias del término para acabar configurando el desarrollo temporal del reguero editorial subterráneo.

Desde la represión vivida en los años '70 y anteriores, a las ansias de transgresión instatáneas acaecidas en los '80, para llegar a la explosión colorista y multiforme de la presente década. Un ameno recorrido que se ha alimentado con la búsqueda incesante en trasteros particulares de coleccionistas, charlas con los  implicados e infructuosas búsquedas en bibliotecas; todo ello con tal de acercar al lector al universo de los fanzines.

[Fuente: Intruducción del libro]

'Negu Gorriak. Ideia Zabaldu Tour 95', Garbiñe Úbeda (Susa, 1995)

En 1995 Garbiñe Ubeda se unió a Negu Gorriak para recorrer con ellos los kilómetros y kilómetros de su última gira europea.

Fiel reflejo de ese viaje es este libro, 'Ideia Zabaldu Tour 95', escrito en euskera, es la historia de la vida de la furgoneta de un grupo de rock: las anécdotas y los vaivenes de un mes largo de carretera. Pero tratandose de Negu Gorriak es algo más. Aquí se ven reflejados también los movimientos alternativos europeos, la red en la que se mueve el grupo...

Susa Liburuak es la editorial que publicó esta crónica palpitante y viva de las aventuras del grupo por Europa.

'Presuntos Implicados', Carles Sanchís (Midons, 1995)

Dentro de la colección 'Riff' (nº 5) de la editorial Midons, aparece en 1995 esta biografía del grupo valenciano Presuntos Implicados, que incluye biografía, anécdotas y letras de sus canciones.

[Redacción NO80s. Pedro J. Pérez]

'El Último de la Fila', Manuel Hevia (La Máscara, 1995)

El libro hace un repaso a la historia del grupo, desde sus inicios hasta la gira de "La rebelión de los hombres rana".

La obra está profusamente ilustrada en color y contiene numerosas fotografías. Incluye unas páginas con la discografía, videografía y letras de algunas canciones. También trae un poster de regalo.

Colección 'Ídolos del Pop', nº 1. Archivo fotográfico de Domingo J. Casas

'Ñú. 20 Años de resistencia', Pedro Giner (Ediciones Vosa, 1995)

Este libro nos ofrece el pormenorizado maratón de una banda de rock que se resistió a morir. El grupo madrileño conoció durante dos décadas un auténtico rosario de músicas, disputas internas y canciones a cubierto de las modas. El liderazgo de José Carlos Molina, indiscutible mandatario de Ñu desde la salida de Rosendo Mercado en 1978, marca el destino del grupo, que tanto tuvo que bregar en los duros escenarios españoles para luego sentir que la recompensa por tanto esfuerzo eran el olvido y la falta de reconocimiento. La marea de integrantes que ha desfilado por sus distintas formaciones los ha convertido en sinónimo de escuela de músicos.

La inamovible personalidad de su personaje central, un tozudo e inspirado trovador que equivocó su tiempo, garantizó el mantenimiento en activo de la banda. La causa última de esta rareza en nuestro rock puede encontrarse en el trasfondo de estas palabras del protagonista de esta historia: “Hacer música es algo más espiritual que vender millones de discos o congregar a miles de personas: Es algo que necesitas hacer y no puedes pasarte sin ello. Con que sólo te escuchen veinte ya no te sientes fracasado. Y juntar a mil ya es realmente emocionante…”

'La canción del amor', Fernando Márquez Chinchilla (Editorial Barbarroja, 1995)

Algunas anotaciones sobre la elaboración de este libro, 'La canción del amor' (Editorial Barbarroja, 1995), según palabras del propio autor publicadas en la web grabacionesgrabofonicas.com.

"Tras la publicación en 1986 de «Relato secreto» (emitido previamente por Radio Nacional entre el 83 y el 84), estuve pensando en desarrollar una historia mucho más compleja con el personaje de Norman Bates. Me ayudaron, obviamente, los films que ya habían motivado mi anterior obra («Psicosis» y «Psicosis II») más alguna otra imagen paralela (el predicador de «China Blue», por ejemplo), sin olvidar el libro de Sprague De Camp sobre Lovecraft.

El personaje de Malena Bou me fue inspirado en un principio por Concha Gª Campoy aunque, a medida que la Bou ganaba en complejidad y rebeldía existencial, las trazas de la Campoy se difuminaban y en su lugar aparecía la figura de Olga Barrio (a quien siempre he asociado con la «Ligeia» de Poe o con la Budur Peri de la «Heliópolis» jungeriana -por aquello que el propio Jünger calificaba así: «Su saber no era una llave para penetrar en las cosas, sino para entrar en sí misma. La rodeaba como un nimbo, como un vestido cuyos pliegues no hacen sino traslucir la armonía del cuerpo»-).

Los primeros esbozos de la historia del balneario deberían haber dado pie a una narración en colaboración (al modo de algunos cuentos de Lovecraft y sus amigos) pero la incompatibilidad entre los estilos de las otras dos personas encargadas de continuar la trama impidió que el proyecto en común se desarrollase.

Respecto al canibalismo: aparte de que el binomio comida/amor, incluidas sus connotaciones antropofágicas, es algo habitual en mi narrativa, el banquete con Silvana Delirio me fue motivado por dos circunstancias; por una ensoñación recurrente que ya había tocado en mi cuento «Acróstico» (publicado en el fanzine «La Campana» de Lavapiés a finales del 79); y por la historia del japonés aquel que se preparó unos bistés sacados de las nalgas de su vecina holandesa. Toda la ola caníbal que anega el Hemisferio Norte en los últimos tiempos (Descuartizador de Milwaukee, Hannibal Lecter, troceadores moscovitas, etc), pese a haberla seguido con atención, no ha dejado huella en este libro por ser posterior a sus capítulos más gastronómicos.

Las fantasías obsesivas en relación con el lago Ness surgen tras la lectura del documentado trabajo del profesor Roy P. Mackal sobre el monstruo de marras. En estas visiones recreo mi fijación infantil por los animales prehistóricos, los eslabones perdidos y los fósiles vivientes (fijación que en la adolescencia me llevaría a enamorarme de manera absoluta de los mutantes e híbridos de los cómics «Marvel» -paso éste que acabaría uniendo mi primitiva zoofilia con la inminente aceptación de las doctrinas aristocráticas de Nietzsche, Jünger y Mishima-).

¿Por qué Mankiewicz y no otro director?. Ignoro la respuesta: en mis sueños, «el viejo cineasta» que abría los ojos a Malena Bou era Mankiewicz. Puedo señalar que dos films suyos se me han quedado muy grabados: «De repente, el último verano» y «La huella». También me impresionó bastante el ensayo que Carlos Fernández Heredero dedicó al director.

¿Hay alguna relación entre David Lynch y esta obra?. Presumo que, de manera inconsciente, imágenes de sus films han podido planear por mis ensoñaciones. Sí reconozco a la serie «Twin Peaks» como principal detonante que me animó a retomar y buscar una confluencia para las tres narraciones.

Hablaré un poco sobre el arcángel Adamantis. Se me ocurrió en el verano del 86, en un intento de novela que se truncó a las pocas páginas. Durante el 87, apareció ocasionalmente en mi rincón de «ABC» ejerciendo como ángel custodio del taxista Norman Travis. Al año siguiente, escribí los capítulos iniciales de «Polvo de ángel» (capítulos que, en una primera redacción, fueron emitidos como serial por la emisora de Carabanchel Radio 10). Como buen arcángel, posee multitud de imágenes con las que soñarlo: esa mezcla de candidez y firmeza que caracterizaba a Grace Kelly antes de convertirse en regia matrona monegasca; la aniñada sofisticación de Morgan Fairchild (mi rubia favorita); la picaresca frialdad de las hermanas Dorleac y Deneuve; y, ya en el 91, en la metamorfosis última del personaje (cuando decide asumirse más como luciferino que como celestial), la malignidad reptiliana de Kirstie Alley.

A Inés, la última Villeneuve, la soñé con el aire de una Greta Garbo ya en la cuarentena (entre «La mujer de las dos caras» y sus primeras fotos de incógnito) que fuese a interpretar a una monja exclaustrada: cabello canoso, sin afeites pero muy hermosa en su madura plenitud…

Respecto a la trinidad de sosias de Claire Bloom, había un montón de imágenes de esta actriz con las que jugar para elucubrar personajes de diferentes edades: la inocencia de «Candilejas», la ambigüedad adolescente de «Los bucaneros», la tórrida ninfomanía de «Confidencias de mujer», el fanatismo de «El espía que surgió del frío», la madura sexualidad de «El hombre ilustrado», la helada serenidad de «Retorno a Brideshead»…

Pero no sólo las criaturas del cine y la televisión me inspiraron: personajes como Silvana Delirio, Pili Chevrolet, Tito Astro o Verna Lubkowitz tuvieron su germen en chicas y chicos de la movida que traté entre comienzos y mediados de los 80. Cada cual sabrá reconocerse.

De Evangelista, diré que representa ese hermano que nunca tuve y me hubiera gustado tener: fuertote, un tanto simple en apariencia (discreto en realidad), complementario de mis excesos y carencias. Con una lealtad hacia mí digna de un pastor alemán. Se parece físicamente a Rock Hudson porque este actor, en su imagen juvenil de los 50, es quien más se aproxima a ese hermano ideal: un espacio de salud, de pureza vital, de aire libre en contraste con la enrarecida artificialidad postmoderna.

En cuanto a la abundancia de anacronismos y elementos ancestrales en un cercano futuro, siempre he concebido lo por venir como una posible redención de la Memoria frente a las cadenas del Progreso. De ahí que me atraiga la indefinición temporal (de films como «Eraserhead», «Dune», «Blue Velvet», «Drowning by numbers» o «Delikatessen», de las novelas metafísicas de Jünger o de los cuadros de Magritte) frente a todo tópico tecno-futurista (que me resulta tedioso). Pienso que el único futuro digno de vivirse será aquel que nos permita mirar atrás y recuperar la médula de los recuerdos. Si las cosas no fuesen así, supongo que mi única salida (aparte del suicidio) consistiría en enquistarme como guardián de las imágenes perdidas (al estilo de Edward G. Robinson en «Soylent Green»)."

[Fuente: gramacionesgrabofonicas.com]

'Kiko Veneno. Flamenco-Rock', Luís Clemente Gavilán (La Máscara, 1995)

Biografía del atrevido artista Kiko Veneno, vista desde el prisma del experto en músicas de fusión, estilo flamenco-rock, rock progresivo, rock andaluz, como es el sevillano Luís Clemente.

Interesante trabajo plagado de fotos y letras de temas de Kiko Veneno.

Pedro J. Pérez

'Siniestro Total, Apocalipsis con grelos' (Reedición), Jesús Ordovás Blasco (La Encrucijada, 1995)

Segunda edición del libro biográfico del grupo gallego liderado por Julián Hernández, desde el punto de vista del carismático locutor de radio Jesús Ordovás. El prólogo lo redacta el propio grupo, Siniestro ¨Total.

La primera edición fue puesta en circulación dos años atrás, es decir en 1993, con portada diferente.

[Redacción Nuevaola80. Pedro J. Pérez]

'El que la sigue la persigue: El Último de la Fila', Toni Coromina Pou (Editorial Can, 1995)

Ya era hora de que alguien se decidiera a contarnos por escrito la vida y milagros de Manolo y Quimi!

Y ha tenido que ser Toni Coromina, un buen amigo de ambos, el que se ha liado la manta a la cabeza. Yo sabía algunas cosas que me había contado Manolo en sus frecuentes viajes a Madrid para que oyera las primeras maquetas de Los Burros y de El Ultimo de la Fila. Pero leyendo a Toni entiendo mucho mejor algunas cosas: el hambre de escenario de Manolo -de clase le echaban por hacer el payaso_, su deseo de sonar en la radio -se pasaba días enteros oyendo seriales y canciones - o sus ganas de darlo todo hasta desmayarse, cosa que le ocurrió una vez cantando.

Sobre Quimi sabía menos todavía. Quini siempre ha preferido hablar más de su visión del mundo que de sí mismo. Y además, el hecho de ser guitarrista le ha permitido reservarse para los momentos que se encuentra inspirado. Mientras que Manolo, por eso de ser el cantante, ha tenido que ir dando la cara, partiéndose el pecho por Los Burros, Los Rápidos, El Ultimo de la Fila y el Sursum Corda.

Extraído del prólogo del libro, por Jesús Ordovás.