'Mercedes Ferrer. Pasajera del tiempo', Ángel Galvañ (Fundación Autor/SGAE, 1999)

Mercedes Ferrer permanece ausente desde hace algún tiempo, pero es una actitud premeditada. Sin embargo, está activa, y mucho. Se encuentra en ese proceso de pulir los temas de su próxima entrega. Un trabajo imprescindible para que no haya sombras entre ella y sus canciones, que son historias recogidas en todas sus calles a través de generaciones. Ninguno de los temas nuevos que ha escrito está conjugado en tiempo futuro, pues las secuencias de sus narraciones carecen de principio y final, son intemporales.

Combina las novedades tecnológicas de su estudio personal con el bloc y el boli en una suerte de mutación inevitable, en un intento por amarrar la inspiración a base de tinta y papel, primero, para después encauzar ese torrente de creatividad a través de la pantalla de un monitor que recoge las oscilaciones de unos sentimientos convertidos en lucecitas y destellos fugaces en su ordenador personal. En el cuaderno, los descartes son tachaduras enérgicas de color azul. Mercedes y uno de sus colaboradores discuten, analizan y deciden qué nota prolongará su sonidoy cuál no. Después, a través de las configuraciones de grabación, edición y mezcla, el deseo se hará tangible a las sensaciones, y una nueva canción para su público.

El caso es que el resultado final, es decir, la música y las letras de Mercedes Ferrer han trasmitido hasta ahora una "sensual energía", pero sin concesiones a la galería, porque como ella ha dicho en alguna ocasión: "Una canción es un vehículo de transmisión, un detonante para que una persona al escucharla pueda cambiar ciertas cosas (...) es una contribución muy sutil, puede producir un cambio sociológico de las cosas". Y ella no juega con eso.

[Fuente: elargonauta.com]

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