Editado por Xerais, y dentro de la colección Extramuros, aparece esta
nueva biografía del grupo de Orense Los Suaves de la mano de su
baterista original, Javier Domínguez.
Trasladamos a continuación el texto escrito por el periodista Diego A.
Manrique acerca de 'Los Suaves. Mi casa es el Rock'n'Roll', publicada en
El País:
Redención por el Rock'n'Roll
Ya habrán advertido que se está publicando una oleada de novelas
situadas en el planeta rock. Uno recibe esas ficciones con entusiasmo y
curiosidad; sin embargo, muchas dejan un sabor incierto. Pueden captar
el medio ambiente musiquero y hasta dominar la jerga, pero en general
parecen proceder de un universo paralelo.
La realidad suele ser más fea, compleja, inverosímil que esas
narraciones. Intenten imaginar este argumento: una banda hirsuta fundada
por tres hermanos, comandada por un subinspector de la Policía
Nacional. Un madero que predica insistentemente contra "las drogas",
mientras consume cantidades prodigiosas de alcohol. Un polizonte que,
según triunfa en la música, se aficiona tanto a la cocaína que está a
punto de hundir el proyecto.
No se trata de un invento. Lean la biografía oficial del grupo en
cuestión, Los Suaves. Mi casa es el rock 'n' roll (Edicións Xerais de
Galicia), firmada por Javier Domínguez, baterista original de la banda y
hermano menor de Yosi (cantante) y Charli (bajista), principales
puntales de los extraordinarios Suaves.
Se estrenaron en Ourense hace 34 años y, excepto para grabar y
actuar, no se han movido de su ciudad. Apenas han cambiado de look:
vaqueros, mostachos, chupas, melenas. Semejante "normalidad" forma parte
del atractivo para su tropa: esos códigos indumentarios tienen tanto
sentido para sus seguidores como las crónicas ásperas que distinguen sus
discos.
Como motor creativo, Yosi, autor de la mayoría de las canciones y de
la totalidad de las poderosas letras de Los Suaves. Gran lector, amante
de la poesía, capaz de recomendar a Dámaso Alonso en estos términos:
"llevaba corbata y era calvo, pero nadie con el pelo largo escribió algo
tan duro como él." Forjado musicalmente en los 60, incluso viajó a
Estados Unidos para palpar los rescoldos de la contracultura. Definió su
modelo ideal como "una mezcla de Neil Young y Bob Dylan."
Y aquí vemos uno de los inconvenientes de hacer rock en provincias:
la cantera. Una ciudad de cien mil habitantes no permite ser muy
selectivo. Domínguez detalla los infinitos cambios de personal en Los
Suaves, sobre todo en sus inicios: para hacerse con los servicios de
determinado instrumentista, debían competir con las orquestas
verbeneras, que ofrecían trabajo regular. Lo de la compatibilidad
musical ya era pedir demasiado: muchos de sus bateristas preferían tocar
jazz.
Llegaron a tener dos guitarristas negros, algo que complacía a Yosi,
devoto de Phil Lynott. Sumando las dedicatorias y sus versiones de temas
ajenos, encontramos un panteón razonable: Thin Lizzy, Lennon, Hendrix,
Gary Moore. Pero al final fue un guitarrista heavy, Alberto Cereijo,
educado en la pirotecnia sonora, quién se hizo cargo del timón del
grupo. Para bien y para mal.
Drama…o comedia. Los Suaves: mi casa es el rock 'n' roll podría
contener el guión para una recreación hispana de Spinal Tap. Ni a José
Luis Cuerda se le hubiera ocurrido la figura de un comisario capaz de
tolerar las greñas y demás irregularidades de un subordinado. Ignorando
las chanzas de algunos espectadores, Yosi fichó durante 25 años en la
Policía, hasta que pudo pedir una excedencia. A pesar de la popularidad
de Los Suaves, intuyo que no supieron rentabilizarla. Rockeros de brega,
algunos socios de los Domínguez dejaron la música, otro se convirtió en
soldador, varios hicieron oposiciones.
Las peores etapas de Yosi con la cocaína transcurrieron, creo
entender, cuando ya estaba fuera del Cuerpo: "Salía al escenario y no se
tenía en pie; no vocalizaba, se olvidaba de las letras". Pero no
sufran: la película de Los Suaves podría tener happy end. En la única
salida del grupo al exterior -una minigira por Argentina- Yosi conoció a
la periodista indie Laura Lunardelli, con la que reorganizo su
existencia. Anda escaso de voz pero lejos de los excesos. Dicen que ya
no escucha música pero, por las mañanas, se abraza a los árboles que
rodean su casa.
[Fuente: Diego A. Manrique para cultura.elpais.com -Enlace original-]
No hay comentarios:
Publicar un comentario