'Mil maneras de volver al hotel', Rafa J. Vegas (Desacorde Ediciones, 2018)

'Mil maneras de volver al hotel' es el debut literario de Rafa J. Vegas (Rosendo, Gran Jefe, Tranquilitos, Vantroi o Scopitones), un anecdotario que recorre parte de su trayectoria profesional y en el que descubriremos a un tipo vital y con gran sentido del humor. Así es Rafa, tras su mirada limpia y clara se esconde una mente inquieta con una visión cómica e incisiva. Un testimonio certero y brillante con el que recorrer algunas de las páginas más transcendentales del rock de este país.

Tras más de tres décadas tocando a la diestra del Padre, Rafa deja patente en estas páginas su más que titánica labor en pos de la supervivencia en el mundo del faranduleo, a sabiendas de que a ese desagradecido animal de compañía llamado rock & roll no sólo hay que alimentarlo con la ovación continua y el cañón de luz, sino que, cuando su ahíto ombligo parece dormitar, hay que sacar fuerzas de flaqueza para saciar su sed, y esa es una labor encomendada a valientes, inconscientes y dementes. Y quién mejor que el Vegas, que atesora los tres atributos mencionados, para narrar su idilio platónico con la mil veces emputecida música, con su nocturna melodía, en cuyo nombre, del mismo modo que en el del hambre y el del amor, se han librado las más trágicas y bellas batallas de la historia.

Rafa sabe, y hace como que no, que todos sus latidos, o al menos los que habitan en este libro, son poéticamente correctos. Todos. Así pues, razón de ser tuvo su escape de un precoz intento de secuestro a manos de la Santa Madre Iglesia y el mancillamiento, años después, del himno nacional a golpe de corneta, así como los atropellos lisérgicos de felinos, los baños de gasolina en antros de mala muerte y buena vida, los ataques de malintencionadas y tóxicas orugas francesas, la extremaunción de la mirada de Alberti, los rinocerontes faltos de cariño con los que compartir camerino y los cantos de sirena, siempre presentes, de barrenderos, refugios de neón, novios celosos y policías en turno de noche.

Estoy seguro de que en este preciso instante, querido posible lector, mientras usted se asoma a las entrañas de un deambular por los márgenes que a la mayoría de los mortales se nos antoja tan atractivo como ajeno e inalcanzable, el Rafa vuelve de ninguna parte reclinado en el asiento de un vehículo que jamás será el suyo, parapetado tras esa sonrisa socarrona y condescendiente que sólo poseen algunos taxistas y los desertores del naufragio del tiempo, mientras resuena en sus oídos el único aplauso del que se cree merecedor: el de los camareros.


Kutxi Romero

[Fuente: eltridente.es]

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